No hemos llegado a la meta del cierre y nos ha llegado la orden de inyectar más inventario al mercado. Ventas tiene que correr para cerrar negociaciones, y todos nos mordemos las uñas para llegar a los objetivos, porque de eso depende nuestro bono. ¿Suena conocido?
En su libro La Quinta Disciplina, Peter Senge explica detalladamente los diferentes arquetipos de comportamiento Sistémico que se dan en un Sistema Sociocultural, como la empresa. Hoy hablaremos del arquetipo llamado “Desplazamiento de la Carga” (en inglés: “Shifting the Burden”). Estas son situaciones en donde una solución rápida o heroica puede aparecer como la mejor solución, se reconoce el logro del individuo o equipo que lo ejecuta y la propia solución retrasa la capacidad de la organización de hacer cambios fundamentales.
En el artículo pasado ejemplifiqué este arquetipo a través del dilema de la Sala Creativa. Hoy podríamos pensar que el mismo comportamiento rige en situaciones en donde la meta no se está cumpliendo y hay que llegar a toda costa en el tiempo comprometido. Los mensajes de los líderes van en ese tenor y todo mundo se mueve para conseguirlo. Quienes trabajamos en empresas conocemos de la situación recurrente de lanzar el nuevo producto o programa, o lograr la meta del mes a costa de lo que sea brincándonos formalidades y barreras. Y después vienen todos los “fuegos” que sabíamos que habría por no seguir el proceso. Sin embargo al final la empresa reconoce nuestra proactividad y premia el logro de alguna manera no importando el costo que tenga que pagar en resolver errores. El típico ejemplo es el mencionado al inicio. Otro ejemplo es el de parchar una máquina para prolongar su uso, en lugar de reemplazarla por tecnología nueva.
Lo interesante y difícil de manejar en el Desplazamiento de la Carga es que se genera una conducta adictiva, en donde las soluciones rápidas (“quick fixes”) no solo retrasan la capacidad de la organización para enfrentar los problemas fundamentales, sino que con el tiempo aparecen como la única manera de resolver. La práctica superficial se vuelve hábito, y toda la organización aprende a ejecutar de esa manera, incluidos los propios líderes.
Ante este panorama hay una tentación de pensar que no hay problema, si al final las metas se logran. Lo que no se contempla es lo vulnerable que se vuelve el sistema ante cualquier cambio de condición del mercado. Nueva competencia, nuevos términos comerciales, incluso nuevas tecnologías, pueden evidenciar la incapacidad de una organización de mantener su crecimiento a largo plazo. Por otro lado, hay costos no medidos en el estrés y en la desmotivación que se genera en las personas que tienen que gestionar el negocio de esta manera.
Como cualquier situación compleja, no es suficiente con reconocer el problema. Se requiere de un examen minucioso y una comprensión de la dinámica sistémica del negocio para tomar decisiones que no solo nos resuelvan el siguiente mes, sino que nos den viabilidad a futuro. A esto es fundamental sumar la capacidad creativa de la organización, con lo que tendremos muchas más probabilidades de tener un negocio exitoso y sustentable.