Las organizaciones y sus modelos productivos tienen pocas posibilidades de sobrevivir a la increíblemente compleja e incierta realidad. Existen, en mi opinión, cuatro factores fundamentales que provocarán su declive y la desaparición: La capacidad de los gobiernos de romper las reglas que ellos mismos ayudaron a construir, la penetración de la tecnología en las empresas, la cantidad de información irrelevante a considerar a la hora de tomar una decisión y la necesidad de las personas que forman la organización de decidir y controlar su futuro.
Me explico brevemente.
La capacidad de los gobiernos para romper las reglas.
Recientemente, el gobierno de EEUU ha decidido retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático, poner fin al Asociación Trans-Pacífico (TPP), construir un muro con México, su socio comercial en NFTA o prohibir la entrada en el país de personas provenientes de 7 países musulmanes. Estas decisiones políticas colisionan con los acuerdos internacionales firmados por los EEUU y supone un cambio de las reglas del juego. Este cambio dista de ser constructivo, sino que apunta hacia una guerra comercial internacional que, sin lugar a duda, tendrá efectos considerables en los mercados y en las empresas locales que tendrán que ser capaces de reaccionar ante la semejante incertidumbre.
La penetración de la tecnología en los sistemas de producción
Durante las dos últimas décadas, la penetración de la tecnología ha sido masiva en los sistemas de producción globales. El primer impacto de dicha penetración es la mejora de la productividad de aquellas empresas que han conseguido adaptarse con éxito al cambio. Uber es un ejemplo del impacto de la tecnología en la productividad y de los efectos que tiene sobre la competencia. La tecnología permite la optimización de la flota a tiempo real, así como la remuneración y control de los trabajadores. La desestructuración de los costes fijos de personal y flota incrementan los beneficios de la compañía, lo que atrae mayor inversión, reforzando el éxito de las empresas exitosas y reduciendo las posibilidades de éxito de las empresas locales, con menos fondos para adaptarse a las mejoras tecnológicas.
La cantidad de información irrelevante a considerar
Sin lugar a duda la tecnología nos proporciona una mayor capacidad de medir todo lo que sucede a nuestro alrededor, pero esta avalancha de datos no proporciona una mejor comprensión de los que está sucediendo en nuestra empresa o a nuestros clientes. Hoy día las empresas cuentan con multitud de indicadores para monitorizar a tiempo real el desempeño, por ejemplo, de su campaña de marketing programático, pero en la mayoría de los casos dichas empresas fallan a la hora de comprender cómo dicha campaña se conecta y aporta valor a la misión fundamental de la compañía, que es servir a sus stakeholders de manera eficaz y eficiente. Es fundamental transformar los datos en información relevante y ésta en conocimiento útil y éste a su vez en comprensión de por qué suceden las cosas. Este proceso no sólo no es obvio, sino que a veces es inescrutable.
La necesidad de las personas que forman la organización de decidir y controlar su futuro
Si lo anteriormente descrito no supusiera ya una complejidad inabordable, hay que añadirle la gestión de una fuerza de trabajo que quiere participar en la toma de decisiones de la organización para poder tener algún control sobre su futuro. Las personas, el recurso más importante de las organizaciones, han dejado de ser piezas reemplazables de una maquinaria, ni tampoco partes de un organismo gobernado por un cerebro directivo. Las personas son individuos con un propósito en si mismo, que aportan su talento y experiencia a una organización que también tiene un propósito propio. En este contexto, las personas buscan su desarrollo más allá del beneficio económico, y si la organización no tiene la capacidad de ayudarles a conseguir sus fines, decidiendo con ellos los medios con los que los van a conseguir, terminarán por abandonar la organización o, en el peor de los casos, la boicotearán, impidiendo que ésta alcance sus propósitos. La dificultad radica en que hoy las personas son muy difíciles y caras de reemplazar, ya que no sólo se llevan consigo su experiencia y sus clientes sino, en ocasiones, conocimiento crítico sobre la organización.
En mi opinión, estos factores, junto con algunos más hoy invisibles, forman la estructura de la tormenta perfecta que se cierne sobre las empresas a nivel global. Esta situación no puede ser abordada con las herramientas y los modelos mentales que la han generado, sino que necesitan de una nueva manera de mirar a la realidad y de comprender la interdependencia y la relación entre los distintos elementos que componen una organización. Hay un camino para adaptarse al futuro, para poder construirlo en lugar de reaccionar a él o intentar predecirlo, cuestión de todo inútil. El pensamiento sistémico provee del marco necesario para dar sentido a todas estas fuerzas y hacer visible el comportamiento del sistema del que la organización forma parte. Por ejemplo:
¿Cómo prepararse para el posible impacto del Brexit en las empresas asentadas en el Reino Unido?
El escenario de la salida del Reino Unido (RU) de la UE marca es un ejemplo del tipo de cambios que veremos en un futuro cercano. El RU está tratando de cambiar las reglas del juego del mercado único europeo tratando de limitar la libre circulación de personas en su territorio, al tiempo que quiere mantener el flujo de bienes, servicios y divisas. Las empresas que cuentan con trabajadores europeos van a verse afectadas por el nuevo estatus de éstos lo que, sin duda, impactará sobre sus resultados. Esta incertidumbre afecta al mismo tiempo a la moral de dichos trabajadores, que ven cómo pierden el control sobre su futuro ante la incapacidad de influir en la decisión política del RU. Por otro lado, los responsables de la toma de decisiones se enfrentan a la titánica tarea de dar sentido a la información, a veces completamente contradictoria, que cada día inunda las noticias. Pensemos por un momento en la gigantesca inversión en tecnología, maquinaria e infraestructura que Ferrovial tiene en RU y en la que necesitará en el futuro para seguir siendo competitivos en el país. ¿cómo decidir sobre nuevas inversiones o desinversiones en este escenario?
Ante este nivel de complejidad, las tradicionales técnicas de descomposición de los problemas en partes para resolverlos no son válidas. Los problemas no son independientes, sino que están interconectados y todos forman un sistema que se retroalimenta y evoluciona constantemente. Sin comprender dicho comportamiento, será muy difícil diseñar una estrategia para que nuestra organización sobreviva en un futuro no muy lejano.