No soy el Director General. Ni siquiera soy el líder que le reporta. Pertenezco al llamado mid-management, o a un puesto de jefatura en donde aporto mi habilidad a resolver problemas especializados en finanzas, manufactura, cadena de suministro, mercadotecnia, recursos humanos. Estoy en la operación y veo la complejidad de cerca… pero solo una parte y tomo decisiones en base a esa realidad.
Irremediablemente las organizaciones al crecer se tienen que estructurar por especialidades. Es la fórmula que ha llevado al éxito a todas las grandes empresas a quienes vemos como ejemplos a seguir. Sería imposible que una sola persona se hiciera cargo de todo lo que hay que resolver para tener a un consumidor o a un cliente satisfecho. Entonces, nos repartimos el trabajo y ponemos manos a la obra. Pensamos que si nos aseguramos de tener los mejores talentos en cada área, seremos ganadores en nuestro mercado.
El problema es que desde nuestra posición, y aunque no seamos conscientes de ellos, sólo vemos una parte del todo. Es más, muchas veces ese todo será un misterio o en el mejor de los casos, una imagen borrosa. Aquí podemos evocar a la parábola de los ciegos y el elefante, originada en la India y muy mencionada por los gurús del Pensamiento Sistémico:
“Un grupo de hombres ciegos (u hombres en la oscuridad) tocan el cuerpo de un elefante para comprender como es. Cada uno de ellos toca una parte distinta, pero solo una parte, tal como su lateral o su trompa. Luego ellos comparan sus observaciones y se dan cuenta que no coinciden en nada.” (Wikipedia)
Cada ciego percibe una realidad distinta. Todos tiene certeza, pero lo que ven es limitado y ellos no toman eso en cuenta. Probablemente tomen decisiones y actúen desde esa realidad percibida sin conciencia de cómo afectan al elefante.
En las empresas, la mayor parte de nosotros funcionamos con poca comprensión de la problemática experimentada desde otras áreas y sin participar en el diseño de una visión compartida. Nuestro pedacito de realidad se queda con nosotros, y cuando nos esforzamos en comunicarlo, producimos conflictos con los colegas de la función de junto. Nos molestamos porque describimos la trompa del elefante y el otro describe una pata. ¿Porqué no puede ver lo mismo? Nuestros enemigos están adentro y para lograr resultados tenemos que agregar esa competencia a la del mercado. Eso nos cansa y desmotiva. Terminamos tomando malas decisiones o trabajando por el salario, cada vez más encajonados en una situación que no nos gusta, y preguntándonos qué podemos hacer desde donde estamos.
Para empezar a resolver, necesitamos trabajar a nivel de organización en la generación de la visión compartida, con el involucramiento directo de esos talentos estrella que hemos atraído. Desde el lugar individual, necesitamos empezar a desarrollar lo que Peter Senge llama Dominio Personal, “que encarna dos movimientos subyacentes. El primero consiste en clarificar continuamente lo que es importante para nosotros. (…) El segundo consiste en aprender continuamente a ver con mayor claridad la realidad actual.” (Senge, Peter. La Quinta Disciplina. Ed. Granica).
La meta será poder ver con mayor definición al elefante completo y la forma de integración de sus partes, entendiendo mucho mejor nuestro rol en su desarrollo, y la importancia del trabajo en conjunto. Empezaremos a diseñar nuestro futuro juntos, y estaremos mucho más comprometidos a lograr los objetivos compartidos.